Expertos de la Udelar explicaron que, aunque la variante que circula actualmente es más transmisible que la que generó el brote de 2022, no se recomienda la vacunación masiva.
Hace menos de una semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia sanitaria internacional ante un nuevo brote de viruela del mono. La alerta se emitió debido a que desde algunos meses circula una variante del virus más potente que la que generó el brote anterior, en 2022.
Según el organismo internacional, la viruela símica o mpox es causada por un orthopoxvirus y se detectó por primera vez en humanos en 1970, en la República Democrática del Congo. La enfermedad se considera endémica en los países de África central y occidental y es la segunda vez en dos años que se genera un brote.
El anterior se registró en 2022, cuando la enfermedad llegó a Uruguay. En ese momento la forma de transmisión más frecuente a nivel global fue la sexual y se declaró finalizada la emergencia en mayo de 2023. Por otra parte, si bien en la República Democrática del Congo se notifican casos hace más de una década, el número de casos cada año ha aumentado de manera constante durante ese período y se potenció en 2024, ya que en lo que va de este año ya superó el total de los notificados en 2023, con más de 15.600 casos y 537 muertes.
La aparición de la viruela durante el año pasado y la rápida propagación de clado 1b, una nueva cepa del virus que parece propagarse principalmente a través de relaciones sexuales, y su detección en países del Congo son una de las principales razones de la declaración de la emergencia internacional.
Formas de transmisión y síntomas
Este lunes, expertos del Instituto de Higiene de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República ofrecieron una conferencia para recordar algunas características del virus, su transmisión y cómo proceder con el tratamiento. Además, repasaron las diferencias entre el brote actual y el de 2022.
En principio, Santiago Mirazo, integrante de la Unidad Académica de Bacteriología y Virología del instituto, explicó que la variante clado 1b está asociada a “una transmisión sostenida y a casos en franjas etarias que no fueron frecuentes en 2022, por ejemplo, en niños”. Agregó que el panorama actual “no es un hecho aislado”, sino que marca “una tendencia de hace varios años”.
Se trata de una zoonosis que se transmite de animales a reservorios, que aún “no está claro cuáles son”, y por el momento se puede dividir en dos ramas: clado I y clado II. El primero fue el responsable del brote en 2022 y el segundo, del brote actual. Según Mirazo, las diferencias entre uno y otro se centra en la transmisión. Al parecer, aunque son virus “bastante estables desde el punto de vista genético”, el último linaje “es más transmisible entre humanos”.
Por su parte, Lucía Alonso, integrante de la Unidad Académica de Medicina Preventiva y Social, acotó que actualmente, más allá de la declaración de la emergencia, estamos en un “escenario de incertidumbre”, en una etapa precoz de modificación de la epidemiología tal y como se conoce.
En cuanto a la transmisión, explicó que son posibles distintos mecanismos, en principio de animales a humanos y luego entre humanos, de forma directa o indirecta, a través de secreciones, mucosas o de formas indirectas por organismos contaminados. “En 2022 y 2023 predominó la transmisión sexual, y en 2024 la aceleración sostenida ha tenido formas diversas de transmisión”.
Sobre los síntomas, sostuvo que los más frecuentes son cefalea, malestar, dolor de espalda, agrandamiento de ganglios linfáticos, erupción que evoluciona con los días y fiebre. Según Alonso, se define un caso sospechoso sobre todo cuando se suma a los síntomas un antecedente epidemiológico (haber estado relacionado con personas enfermas con viruela confirmada o haber viajado en los últimos 22 días). Los casos evaluados y confirmados “deben permanecer aislados y con medidas de barrera hasta que las lesiones sanen por completo”.
Tratamientos y vacunas
El tratamiento de la enfermedad incluye analgésicos, hidratación y reposo. “No se recomienda ningún medicamento para evitar la enfermedad; los antivirales que existen están en fase de investigación y son para contextos específicos”, concluyó Alonso.
Por su parte, María Moreno, integrante de la Unidad de Desarrollo Biotecnológico del instituto, dijo que las vacunas disponibles son históricas y que si bien hay versiones modernizadas, se trata de las que se utilizaron para erradicar la viruela. “Brindan 85% de protección cruzada y se recomiendan para zonas críticas”, es decir, “no se recomiendan a nivel masivo”.
A su vez, tienen dos modos de aplicación: se pueden utilizar antes, “para evitar la enfermedad” o como profilaxis posexposición, es decir, algunos días luego de haber estado expuesto al virus, en el período anterior a que aparezcan los síntomas. Moreno explicó que a partir del brote de 2022 se comenzó a trabajar en nuevas vacunas, pero todas están en estudio.