Alimentación saludable, caminar mucho y dormir bien son tres sencillos consejos que pueden ayudar a tener una buena salud.
Seguir estos consejos es relativamente fácil, pero el ritmo de vida que llevamos hace que vayamos con prisa a todas partes, comamos en el menor tiempo y no llevemos una alimentación saludable y no conciliemos el sueño como nos gustaría.
Se sabe que una alimentación saludable ayuda a prevenir muchas enfermedades como diabetes, cardiopatías, sobrepeso y obesidad o accidentes cerebro-vasculares, pero, a pesar de vivir en el país de la dieta mediterránea, rica en aceite de oliva, pescados y verduras frescas, legumbres y cereales, no siempre somos capaces de llevar una alimentación sana y equilibrada.
El estrés, uno de los culpables
La culpa la tiene el estrés al que nos vemos sometidos en muchas ocasiones tanto en el trabajo como en la vida cotidiana.
Las situaciones de estrés hacen que no se tenga tiempo ni ganas de cocinar por lo que se opta por lo más cómodo y rápido como son los alimentos procesados o la comida rápida.
Este tipo de comida suele ser más apetecible pero contiene una gran cantidad de grasas saturadas y calorías que repercuten en la salud.
Muchas personas que se sienten estresadas comienzan a comer en exceso, a deshoras o simplemente no comen. Cuando se deja de desayunar, almorzar o cenar, el metabolismo se hace más lento y es más fácil subir de peso además, este “ayuno” descompone la masa muscular y provoca un debilitamiento generalizado.
Asimismo, la tensión acumulada a lo largo del día hace que se pierdan las ganas de realizar algún ejercicio físico, se llega cansado a casa y lo único que apetece es estar tirado en el sofá frente a una pantalla, sin embargo, hacer ejercicio libera el estrés y ayuda a mantenerse en forma.
Dormir poco
También dormir menos de las ocho horas recomendadas, disminuye la calidad del sueño y hace que aumenten las hormonas del estrés, esto provoca episodios de ansiedad que hacen que se tenga más apetito y se sacie, por lo general, con la ingesta de alimentos poco saludables.
Cuándo recurrir a un nutricionista
Para corregir estas malas prácticas nutricionales y llevar una a, es muy recomendable consultar a un especialista en nutrición.
Muchas personas cuando escuchan la palabra nutricionista, piensan en hacer dieta o perder peso, sin embargo, un nutricionista es un profesional de la salud, experto en nutrición, alimentación y dietética que se encarga del tratamiento nutricional de enfermedades, de la prevención de patologías relacionadas con la alimentación, de la gestión de calidad y seguridad alimentaria y de la planificación de menús saludables y adaptados a las necesidades de los pacientes en las distintas etapas de la vida.
Por eso “está recomendado para cualquier persona que quiera mejorar sus hábitos o que quiera tener un control de lo que hace con la alimentación. También para cualquier persona que necesite mejorar su salud o su rendimiento en cualquier disciplina”, explica Alberto Oliveras, nutricionista del nuevo Health Center Quirónprevención.
“A la alimentación -añade- se le presta poca atención desde la parte institucional de la educación, por lo que acudir a un profesional a que te guíe y te enseñe, nunca va a estar de más”.
Muchas personas comienzan a restringir ciertos alimentos porque consideran que les sientan mal, se “auto-diagnostican” y empiezan a consumir alimentos sin gluten, a hacer dietas ricas en proteínas, o ayuno intermitente sin consultar a los profesionales.
Es importante en la primera consulta con el nutricionista comentar el estilo de vida que se lleva, la alimentación, el estado de ánimo, el tipo de trabajo, para que el profesional pueda llevar a cabo los cambios necesarios para mejorar los hábitos nutricionales de cada paciente.
Pero no solo hay que ir a un nutricionista para perder peso o para aprender a llevar una alimentación saludable, una persona sana puede acudir para entender mejor cómo funciona su cuerpo y cómo evoluciona según se van cumpliendo años.