La comunidad católica de Young y su zona celebraron la Semana Santa

Por Álvaro Mendaro

Es la celebración anual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús; pero también puede ser una ocasión para reflexionar sobre valores universales como el perdón y la esperanza.
Es propicia para descubrir y renovar la fe cristiana de quienes así lo desean y sienten en su corazón.
Este año comenzó el 24 de marzo con la Misa del Domingo de Ramos y terminó el 31 de marzo con la gran fiesta de la Pascua.
Los días más fuertes de este tiempo se concentran en el Triduo Pascual (desde la tarde del Jueves con la celebración de la Cena del Señor, hasta el Domingo de Resurrección).

El Obispo de la Diócesis de Salto, Mons. Arturo Fajardo y Sacerdote Dardo Carballo de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, reflexionaron sobre la importancia de este tiempo.

Arturo Fajardo dando apertura al momento especial dijo:

«Claro, sí, sin duda. Yo digo que somos testigos del amor más grande, que es el amor de Jesús que dio la vida por nosotros.
Y yo resumía el mensaje de la Pascua en tres palabritas.
El amor, porque Dios es amor, y Jesús dice que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
La amistad, porque él nos llama amigos, les he comunicado todo lo que tenían para comunicarles.
Y la alegría, porque el signo final de la Pascua es la alegría de los discípulos, porque se encuentran con Jesús resucitado.
Así que esas tres palabras sean las que nos animen, nos alienten en medio de las dificultades de cada día.

Y nos ayuden a ser testigos y a introducir un poquito de esa luz y de esa alegría en la vida de los hermanos.»

La misa crismal se celebró en la Basílica de Paysandú » Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo».

«Bueno, para los sacerdotes renuevan sus promesas, también los diáconos y después se bendicen los óleos con los que se van a confesionar los sacramentos durante todo el año, el óleo de los catecúmenos, el óleo de los enfermos y el santo crisma.
O sea que es un momento muy lindo de encuentro en la comunidad de Diocesana que se reunieron por un lado los laicos, por otro los sacerdotes, tuvieron un encuentro también acá.»

Carballo meditó sobre la importancia de este tiempo especial y las diferentes actividades realizadas en Young.
«Saludarles y especialmente a la comunidad y todos quienes en este Viernes Santo también hacen memoria en la cruz.
La cruz es aquello que llevamos en el pecho muchos, en el rosario, o anillos.
Bueno, pero sobre todo dice una canción de un sacerdote brasilero, al pecho llevo la cruz, pero en mi corazón lo que dice Jesús.
Bueno, en estos días lo que uno hace es volver a pasar lo que ha dicho Jesús y todo lo que aconteció en torno a la cruz, que sin duda no es nada agradable de ir.
Como no es agradable los problemas en la familia, como no es agradable la droga, la violencia, y la muerte de los inocentes, como no es agradable muchas cosas.
Pero para nosotros contemplar la cruz es recordar que Jesús allí nos salva.
Entonces, todo lo que no es agradable para nosotros poder mirarlo en la cruz y sentirlo en la cruz, entonces nos hace sentir que estamos venciendo lo que nos cuesta.
La depresión, tristeza, el agobio o la pérdida de un ser querido que nos tiene mal.
Bueno, sostenernos en la cruz como se sostuvieron Juan y María.
Así que bueno, el camino de la cruz para nosotros es eso, sencillo, vamos visitando una y otra familia.
Estás 14 estaciones que se armaron en un tiempo para poder hacer una meditación popular, el transitando el camino y el Vía Crucis y también recordar que lo que hago físicamente, exteriormente, también le pido al Señor que sea interiormente, en la fe, interiormente.
Que mis cruces, que mis pesos, que mis agobios, se sostengan en él.
Así que bueno, qué lindo es pedirle al Señor, como humildes y frágiles, humildes y frágiles Señor que tu cruz impregne mi corazón de ese amor que allí es testimonio.
Yo miro la cruz y recuerdo que tú me amas, recuerdo que soy débil y que muchas veces quiero zafar de todo lo que me duele.

Pero cuando tú me recuerdas que me amas, me atraes a la cruz.
Y entonces, como dice Pablo, la cruz es para nosotros fortaleza.
Que la cruz y que el tiempo del tránsito de la cruz a la pascua y la pascua a la vida, de la vida resucitada de Jesús, sea para todos nosotros.
Esa fuerza especial que recordamos que es importante poder actualizarla cada año.
Estamos diciéndole al Señor nuevamente este año, soy tu discípulo, tu discípula.
No es el año pasado lo mismo que se hizo el año pasado.
Sí, el rito, el andar es el mismo, pero no anduvimos por las mismas calles, no anduvimos desde la misma comunidad.
El año pasado fue desde Santa María hacia Monseñor Jacinto Vera.
Este año vino desde San Francisco hacia la capilla de la Gruta de Lourdes, pasando por muchas familias.
Así que, bueno, quiero dejarles ese saludo a cada uno.
Que sintamos todos que Jesús es nuestro pastor
y que nosotros somos, con amor, sus seguidores.
Sigue amándonos y ahí está el amor de aquellos que nos trajeron al mundo o que trajeron a nuestros padres.

Yo siempre digo, así como sentimos el amor de la familia en nuestra familia y hay una consecución de amores que nos ha traído hasta el hoy, saber que aquel amor de Jesús sigue estando actual en las personas, en los hechos y siempre nos va a desafiar a que veamos ese amor con corazón amoroso.
Si no lo vemos con amor, entonces el mundo todo es caos, preocupación, dramas y si no lo llevamos a la cruz, el drama no se soluciona.
Se soluciona el drama cuando transito la cruz y sé que Jesús resucitó.
Y mi fe me dice, él está resucitado y está vivo. Y porque está vivo, yo estoy vivo.»