Una instancia celebrada por un Tribunal de Apelaciones confirmó la sentencia que en febrero de 2024 le habían dictado a Fernando Andrés Varietti Rodríguez como autor de la muerte de la guichonense Rosina Tonarelli. En ese momento, en audiencia llevada a cabo en la Sede Penal de nuestra ciudad, Varietti fue condenado a 30 años de cárcel como autor penalmente responsable de un delito de homicidio muy especialmente agravado por femicidio y por violencia doméstica, además de entre 5 y 10 años de medidas limitativas de la libertad una vez concluida su reclusión tras las rejas. El femicida no contará con el beneficio de redimir pena por trabajo o estudio, y saldrá en libertad pasados sus 70 años de vida. En tanto, su defensa presentó luego una apelación para poder rebatir algunos puntos establecidos, lo que fue analizado por los ministros del Tribunal de Apelaciones, quienes coincidieron en que el trabajo de Fiscalía y de la Justicia era correcto, a la vez que se probó también la alevosía y que el hecho estuvo enmarcado dentro de la Ley de Violencia de Género, por lo que el femicida debe retribuir patrimonialmente a su representante. Rosina Tonarelli tenía 33 años cuando desapareció el 13 de agosto de 2022. Era madre de un adolescente, se dedicaba a la venta de prendas de vestir y ese verano había estado al frente de una parrillada en Guichón, por lo que era conocida en la ciudad. Ese día estuvo en contacto con algunos clientes de su emprendimiento, a los que les dijo que se encontraba en Termas de Almirón, donde participaba de la celebración de un cumpleaños, y que en la tardecita pasaría a llevar prendas que había recibido, lo que no llegó a concretar, ya que desde esa noche no se supo más nada de ella. Ante la sorpresa por su ausencia, lo que no era común sin avisar donde estaba, su familia dio cuenta a la Policía y comenzaron a buscarla “por distintas rutas cercanas a Guichón, la ruta 25 y la 90, y otros caminos vecinales. Después estuvimos en la calzada del Queguay, en el arroyo Santana, en el arroyo de las Termas de Almirón y en la parte del Guayabos Chico”, dijo en su momento una de sus hermanas a EL TELEGRAFO. Sobre el por qué buscaban en esa zona, la mujer precisó que “tiene que ver un poco con algunas pistas que se identificaron. La camioneta en que se desplazaba Rosina era alquilada y se le hizo un seguimiento por el GPS, que mostró que en un punto de esa zona fue donde estuvo detenida en la madrugada del domingo por un tiempo más largo”. Por otra parte, “había varios indicadores que orientaban a ese lugar, como el testimonio de personas que la vieron, además de que ahí aparecen otros vehículos” que podrían estar relacionados. Tal vez el dato más fuerte en la investigación fue que la camioneta en que se desplazaba Rosina fue dejada frente a su casa, horas después de que fuera vista por última vez. Sin embargo, el 18 de setiembre terminó con todas las esperanzas. Esa tarde, la Policía había detenido a Varietti Rodríguez, quien ya había sido interrogado al tratarse de una de las últimas personas que fueron vistas con Rosina antes de su desaparición. Ante este hecho, familiares volvieron a salir a recorrer lugares por donde ya habían buscado. Se dirigieron así al lugar conocido como “La Piedra”, donde antiguamente estuvo el basurero de Guichón, a unos 100 metros del Barrio Sur. Inspeccionaron el terreno hasta que en un montón de escombros percibieron un olor diferente; al retirarlos, vieron cabello, parte del pecho, un brazo y una mano con un anillo similar a uno que usaba Rosina. De allí en más, el trabajo del equipo fiscal de Cuarto Turno, liderado por la doctora Cecilia Irigoyen, y la Policía permitió ahondar en qué había ocurrido con Rosina y llegar al único responsable de su cruel muerte, quien la mató motivado por los celos y por el común denominador de los femicidas: “mía o de nadie”.
PRUEBAS QUE NO DAN LUGAR A DUDAS
Tras la apelación de la defensa del femicida, el Tribunal de Apelaciones estudió el caso y consideró que “existe prueba suficiente –principalmente presuncional- para disponer la condena de Varietti Rodríguez, ante una sólida teoría del caso de la Fiscalía que se acompasa claramente con la base fáctica descripta en la cronología precedente”. Además, en el documento de 30 páginas al que tuvo acceso EL TELEGRAFO, se destaca la presencia de “dos testimonios” que resultaron “claves para determinar la participación del acusado en el homicidio de la víctima, lo que se entrelaza inexorablemente con el comportamiento de Varietti registrado en cámaras de seguridad” que fueron presentadas como pruebas. “Resultó significativo que el acusado haya realizado todo este derrotero de contralor de la mujer, llegando hasta el hotel desde donde la sacó y luego ejerció violencia física y moral sobre la misma. Tanto es así que se retiraron prácticamente juntos, cada uno en su vehículo. Las conclusiones extraídas sobre la fiabilidad de las pruebas se basan en generalizaciones bien soportadas por información empírica contrastada, sin que se hayan detectado lagunas probatorias al respecto”, precisan los magistrados. Consultada acerca de la instancia, la fiscal Irigoyen indicó que “esta es la sentencia confirmatoria del Tribunal de segunda instancia porque el abogado de la defensa apeló, yo adherí a eso, es decir que apelé también, pero por dos cositas nomás: porque no le habían puesto la alevosía y no se había establecido la sanción patrimonial o pecuniaria que toda violencia doméstica lleva por la Ley de Género, que es que el autor debe pagar 12 sueldos o 12 salarios mínimos a la víctima o su representante”. “La etapa confirmó la sentencia, en base a un análisis muy exhaustivo de todos los elementos de prueba que la jueza había valorado y por cómo los había valorado; y sobre todo que acá hubo muchos indicios y el valor que tiene la prueba como tal. Acá se daba la particularidad que no hubo alguien que viera cómo la mató, entonces el cúmulo de todos esos indicios es como se presentó el caso por la Fiscalía y como con la Justicia coincidieron en todo”, dijo a este medio. Los ministros del Tribunal “volvieron a analizar los testigos más trascendentes y lo demás, y también cómo esa cronología con la que investigó la Policía trayendo cámaras y toda la trazabailidad de las últimas horas de vida de Rosina y las últimas horas de él nos llevaron a ese resultado”, comentó. A la vez que fue valorada toda prueba que “incluso habíamos presentado en un CD que iba exponiendo el oficial del caso, y respondiendo a nuestras preguntas, lo que fue muy valorado por la jueza y el tribunal. Todo esto era clave para entender todos los últimos movimientos, pasos y poder despejar dudas del caso”, dijo Irigoyen.
¿OTRA INSTANCIA?
Acerca de la posibilidad de que haya otra instancia, la fiscal dijo que aún queda la posibilidad de un eventual recurso de casación “que se plantea ante la Suprema Corte de Justicia, que no todo el mundo lo hace, ni es para todos los casos, y es cuando hay algún error en la valoración de la prueba o un error inadmisible, lo cual generalmente no ocurre, y en este caso ya eso fue probado que no existe”. “En casación no se va contra los hechos ni contra la prueba que ya fue probada, sino en cómo fue valorada, y en este caso el Tribunal fue muy contundente, con el buen fallo de la jueza, con la sólida teoría que teníamos nosotros y por cómo se presentó, donde cada indicio se vinculaba con el otro y no había dudas de que esa fue la única solución posible. Incluso analizaron la teoría de la defensa de que había involucradas otras dos personas que sí se hizo, fueron testigos, fueron investigados y tanto la jueza como el tribunal los descartó”, manifestó. Sobre Varietti Rodríguez, la fiscal Irigoyen dijo que “no cabe la menor duda de que el único culpable es él y es el partícipe en el delito de violencia doméstica por el incidente en el hotel, en cómo la siguió, cómo la buscó, cómo la abordó y cómo la mató. Por más que no haya testigos del momento de la muerte, todo está presentado de tal manera que es consecuencia de lo otro, y que además la jueza explicó que todos esos indicios llevaban uno al otro y a una unidad para ese resultado”.
*El Telégrafo